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Duelo (2016)

A mi abuela

Cuando la vi en su ataúd supe que ahora sí se había ido... A mi querida abuela .
En Octubre del 2016 finalmente Esmeralda Sandretti murió tras una larga travesía por el Alzheimer. La acompañamos casi todos y las reacciones fueron diferentes en cada miembro de la familia grande; algunos desertaron porque, el no ser reconocidos por su abuela era sumamente doloroso, una acción de autodefensa totalmente justificada.
Otros estuvimos un poquito mas cerca y pudimos ser testigos de que ella siempre habitó su cuerpo; que no somos solamente recuerdos, mi abuela en sus últimos años fue esencia y cuerpo. Su sistema operativo falló y se fue eliminando de a poco, llevándose consigo preciadas añoranzas de niñez, su juventud en Chile, su nueva vida en el país de mi abuelo, las caras, los nombres de sus hijos, los nietos, lo olvidó todo ...hasta su propio nombre.
En esta foto está ya sin poder hilar palabras, solo nos mostraba esa infantil sonrisa y las fotos acumuladas en decenas de portarretratos sobre una vieja cómoda donde aparecía cada miembro de la familia.
Pasaba horas frente a estos ya desconocidos rostros que para un ojo frívolo puede parecer quizás un ridículo acto. Verla recordar con el alma era algo realmente maravilloso y este “entretenimiento” mirando sus fotos era una de las pocas distracciones que tenía y que sus hijos utilizaban para descansar un rato. La vi llorar y emocionarse con ciertas caras, la vi retroceder en el tiempo hasta volverse niña, la vi detrás de sus pupilas, la vi despidiéndose de mi alma.
Este es uno de los misterios más grandiosos que me brindó su experiencia aquí en la tierra y que llevaré siempre en el corazón:
Cómo un Ser puede sentir nostalgia sin memoria?
Lo que nos habita va mas allá de todo lo que podamos entender...
Serie Duelo
Al despertar me sentía bien, al menos superficialmente, pero a medida que pasaron los días fue apareciendo una gripe muy fuerte en mi; seguramente se debía a la baja de defensas por la tristeza que produjo esta perdida. Así que tomé un cuaderno de sketches acuarelable A4, acrílicos, pasteles, grafito y mis espátulas para trabajar bajo techo y en calor mientras dure el proceso viral.
La vida y la muerte me estaban presentando una circunstancia de aceptación de procesos, de esperar por la cura, de paciencia, de que debía darme cuenta que todo tiene su tiempo de transcurso y que hay que respirar lento para trascender. Fueron 23 paginas y 23 oportunidades para hacerlo; partiendo desde el vacío fui descubriendo lágrimas y mientras movía la mano libremente fui desahogando algunas de ellas. Como si estuviera firmando mi aceptación a la perdida, descifrando de alguna forma la enfermedad.
Mi lenguaje cromático no fue “triste”, utilicé toda la potencia del pigmento y de los pasteles; no quise dejarme llevar por ninguna idea de “pena” en el color; así que adopté los colores que simplemente me pedía el alma en ese Agosto del 2016.
El grafito se deslizó libre y a pesar de mi incesante búsqueda por el abstracto, terminé descubriendo (como siempre) rostros, algunas lágrimas y bocas. Es que definitivamente en esta batalla perdida se mueve mi trazo; en este intento me he encontrado. Estos rostros desvanecidos en color y lineas “sin sentido” forman la serie “Duelo”.
Estas experiencias plásticas, la gripe que después se convirtió en tos y la despedida como pintor de mi abuela duraron un mes y un poquito mas.

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